Recuerdo cuando empecé a participar en los movimientos sociales y a acudir a charlas sobre cultura, política o historia, me llamó la atención un hombre que hablaba de manera directa y sencilla, pero que a la vez exponía cuestiones de gran profundidad, un hombre del campo que hablaba desde su propia realidad, de su problemática y de cómo debería ser su futuro. Se trataba de Pedro Molina, de la Asociación de Ganaderos de Tenerife.
Años más tarde, desde el Sindicato de Estudiantes Canario lo invitamos, junto a profesores universitarios de economía y activistas del movimiento ecologista a un pequeño acto para debatir sobre el desarrollo sostenible. Desde la humildad nos comentó que él poco sabía lo que debía ser un desarrollo sostenible, pero sí lo que no debía ser, y nos recordó que en tiempos de la UPC, siendo él concejal, con otros compañeros iban por los barrios de La Laguna que, a fines de los 70 y principios de los 80 carecían de algo tan esencial como el suministro de agua pública, y que día a día tenían que andar kilómetros con los baldes para llenarlos en la fuente pública, pero que 25 años después, ya con agua en las casas, dado que la baja calidad del agua de abastecimiento la hacían poco apta para el consumo humano, muchas de esas familias debían de nuevo desplazarse, esta vez en coche, hasta el supermercado para comprar garrafas de agua, generándose así más residuos. También lo recuerdo poco después en las movilizaciones ciudadanas cuando la ampliación del Aeropuerto de Los Rodeos, que podía acabar con parte de las pocas tierras donde se seguía cultivando cereal en Canarias.
Ahora nos dejó estos días. Y en mi memoria suena la canción que Rogelio Botanz hiciera a partir de unas declaraciones de Pedro Molina “El Mago” a la salida de una reunión de los ganaderos con altos cargos políticos tras no haberse llegado a un acuerdo: “Hay gente que sí, y gente que no”.
Nos quedamos con el recuerdo de una persona que sí. Pedro Molina.
Dailos González Díaz
Canción "Gente que sí", de Rogelio Botanz con la colaboración de Gerardo Afonso y los Troveros de Asieta.
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