Friday, June 02, 2023

Algunas ideas sobre el fracaso

 

Ante un más que evidente fracaso de la coalición de Unidas Sí Podemos en Canarias, así como de todas las coaliciones de Podemos en el conjunto del Estado, se hace necesaria una autocrítica que no consista en el vicio de “camarada, te voy a hacer una autocrítica” que tanto ha aquejado a la izquierda históricamente.

 

De la forma más resumida posible, diría que hemos cometido un error al convertirnos en una pata del PSOE. También hay que señalar nuestra gestión en las áreas que nos tocaban tampoco ha sido "brillante".

 

Esta cuestión vale tanto para el gobierno de coalición a nivel Estatal como para el Pacto de las Flores, donde hubimos de enfrentarnos a no pocas contradicciones. Olvidamos el discurso bajo el cual, en décadas pasadas, salíamos masivamente a la calle, acusando a los “trillizos”, CC-PP-PSOE de defender las mismas políticas, y hemos asumido el relato, tan al servicio del PSOE, de “impedir un gobierno de CC” o de “impedir un gobierno de PP”. Hemos asumido ese papel de comparsas mientras el PSOE era responsable de los campos de concentración para migrantes o co-responsable, junto a la tiranía alauita, de las masacres en Melilla (de todos modos, hay que matizar que Podemos Canarias sí pidió la dimisión del ministro responsable). Tampoco ha de olvidarse el factor confinamiento, que suelen olvidar casi todos los análisis, y que pareciera como si nunca hubiese existido, como si todo se limitase al movimiento antivacunas, contraponiendo a las teorías de la conspiración de Soros, otras teorías de la conspiración que señalan a Putin como detrás de todo. Y claro, ante una situación de una mayor carestía de la cesta de la compra de los bienes básicos, de cada vez mayores dificultades para encontrar una vivienda donde vivir, aunque no sea nuestra responsabilidad, resulta contraproducente sacar pecho con los éxitos de ciertas medidas sociales paliativas.

 

Esa es la autocrítica y no atribuir el fracaso a terceros que "dividieron el voto". Y ello resulta interesante, si analizamos los resultados municipales. Resulta absurdo hacer alusión a la división del voto en Santa Cruz de Tenerife como la responsable de la pérdida de representación de la izquierda cuando ya en 2019 la izquierda acudió dividida entre Unidas Podemos y Sí Se Puede, entre otras cosas por un absurdo veto impuesto a Pedro Fernández Arcila. En La Laguna la izquierda acudió dividida entre Unidas Sí Podemos y Drago, logrando ambos representación. Y en La Orotava fue Podemos quien jugó a la división presentando una candidatura al margen de la candidatura unitaria de Asamblea por la Orotava, logrando representación la Asamblea por la Orotava y no Podemos. En total, las siglas Unidas Sí Podemos lograron 10 concejales, más uno bajo las siglas Podemos en solitario en Arucas. Sí Se Puede mantuvo representación en aquellos municipios en los que acudió con sus propias siglas y no bajo Unidas Sí Podemos, logrando 8 concejales. Asamblea Ciudadana Portuense también logró resistir la debacle. Más curiosa resulta la presencia de Reunir-Izquierda Unida en el Cabildo Insular de El Hierro. Y sobre todo se debe destacar el éxito de Iniciativa por la Gomera,  camino de convertirse en la principal oposición al caciquismo curbelista. Izquierda Unida pierde la representación con la que contaba en La Palma tras presentarse bajo las siglas Unidas Sí Podemos, lo que lleva a preguntarnos si quizás, bajo las siglas Izquierda Unida, hubiese podido conservarla. En otros sitios del estado, Izquierda Unida vuelve a ganar Zamora, y Más Madrid se consolida como oposición al PP. ¿Podría ser que la “marca” Podemos esté ya amortizada y que su presencia en las siglas de las coaliciones de unidad, actualmente, reste más que sume? Hay que tomar nota, para evitar que el intento de Sumar se termine llamando algo parecido a “Podemos Sumar”, “Unidas Podemos Sumar” o, rizando el rizo, “Con Compromiso Unidas Sí Podemos Sumar Más en Común y En Marea”.

 

Lo curioso es que el PSOE no sufrió tanta debacle, las personas que votan al PSOE son más fieles y menos críticas hacia su partido, mientras que desde quienes nos encontramos a la izquierda del PSOE hemos tenido que tragar con todos los errores y malas políticas del socio mayoritario de gobierno. Ese tipo de políticas no molestan al votante del PSOE, pero sí a quienes nos apoyan a nosotrxs.

 

Algunas medidas han sido positivas, sobre todo para las personas beneficiarias directas de las mismas, pero pensemos en personas que, con salarios por encima del SMI, ven como el precio de los bienes básicos está aumentando. Aunque no sea responsabilidad directa del gobierno, sino de otros factores (guerra de Ucrania, margen de beneficios de las empresas, etc.), lo cierto es que hay un malestar. De poco nos sirve contrarrestar esto con el dato de que en el Estado español la inflación es menor que en otros países del entorno, pues muchas personas responderán “¿y? El problema es que para mí la cesta de la compra está más cara, no me afecta que en otros sitios esté más cara o más barata”. Y es una reacción lógica. La experiencia concreta de las personas es tremendamente importante, y el malestar se puede encauzar de muy distintas maneras.   

 

Otras políticas impulsadas por Unidas Podemos que han supuesto avances han sido boicoteadas por el fuego amigo, recordemos al PSOE modificando la ley del “sólo sí es sí”, o ese mismo PSOE apoyando campañas tránsfobas contra una ley estatal que ese mismo PSOE había apoyado sin mayor problema en algunos parlamentos autonómicos.

 

Y ahora Pedro Sánchez convoca elecciones generales para julio, hemos mantenido en el gobierno a un tipo que quiere acabar con nosotrxs. A nadie se le debería de escapar que este adelanto electoral es una jugada del PSOE contra sus aliados de la izquierda, para convertirlos en insignificantes y volver al bipartidismo, consolidando el turnismo y apareciendo el PSOE como única alternativa (y única oposición con fuerza) a un previsible gobierno del PP (en solitario o en coalición con Vox). Efectivamente, ya estamos oyendo los llamados hacia el voto útil. El PSOE no se encontraba cómodo con un gobierno de coalición, como tampoco era una situación cómoda para Unidas Podemos. Pero es falso contraponer dentro de Unidas Podemos una línea moderada y reformista identificada con Yolanda Díaz, y una línea radical y más a la izquierda identificada con Ione Belarra o Irene Montero, cuando ambos sectores formaron parte del mismo gobierno de coalición con el PSOE.

 

Pero otro de los problemas que hemos arrastrado ha sido el habernos convertido en una fuerza dedicada a la “gestión”, y no una fuerza de lucha y de cambio social, pese a algunos evidentes avances en leyes que, desgraciadamente, pueden ser derogadas fácilmente con un nuevo cambio de gobierno. No es un problema de comunicación, de no saber comunicar nuestros logros. Está la cuestión de haber aparcado ciertas reivindicaciones en aras de la gobernabilidad, pero no es lo único. Está el haber abandonado la calle, pero tampoco es lo único.

 

Hay un fenómeno curioso que debería de hacernos reflexionar sobre la necesidad de dar la batalla cultural y no "reflejar el sentir de la gente". Hemos huido, a veces, explícitamente, de la pedagogía. Mientras han sido otras personas quienes sí han hecho su propia pedagogía, y logrado que ideas xenófobas, homófobas, tránsfobas, negacionistas de la destrucción medioambiental, etc. se vayan haciendo cada vez más hegemónicas. Hace unos años eran una preocupación social los desahucios, y hoy, con las dificultades para acceder a una vivienda más agudizadas que antes, el discurso dominante es un irracional y reaccionario miedo a los “okupas”. Yendo a lo cotidiano, hay personas que se niegan a separar los residuos no por comodidad, sino por razones ideológicas. Este tipo de actitudes no son por ignorancia, sino que se trata de actitudes realmente conscientes. Pero contra ellas no se puede luchar únicamente desde el frente institucionall, es preciso acompañarse de un asociacionismo desde abajo, que no adopte necesariamente la forma de partido político, que esté acompañado de movilizaciones, y que además utilice las dos líneas: Una lucha más moderada, que parta de los valores ya preexistentes en la población, conectando con ellos y haciéndolos evolucionar hacia posiciones de progreso; y una lucha más radical, provocadora, que resulte chocante e incluso pueda generar rechazo en un primer momento, pero que introduzca en el debate ciertas ideas que, hasta el momento, no se han oído (teniendo como horizonte final su normalización).

 

No podemos permanecer impasibles ante el hecho de que los valores reaccionarios, regresivos, y antiigualitarios (así como liberticidas, aunque precisamente los sectores reaccionarios difundan su mensaje en nombre de una supuesta “libertad”), estén cada vez más extendidos entre la población. El problema no es que voten a tal o cual partido, el problema son los valores que comparten cada vez más personas. No es tanto que “no hayamos sabido llevar nuestro mensaje”, sino que no hemos sabido hacer que nuestro sistema de valores se extienda, mientras los partidarios de las cosas más horribles sí están haciendo su campaña de extensión. Pero no está sólo en el campo ideológico, esos valores reaccionarios y regresivos tienen nefastas consecuencias materiales y palpables sobre la vida de las personas y también sobre el propio medio natural. Por eso hay que frenar esa tendencia reaccionaria.

 

Pero ante todo, olvidémonos de culpar a nuestros potenciales aliados y aliadas de la debacle, y también evitemos el conspiracionismo que acusa a Drago de ser una jugada de CC, a Sumar de ser una jugada de Ferreras, o a Pablo Iglesias de servir a los intereses particulares de Roures. No repartamos carnets de traidores.