Ante
un más que evidente fracaso de la coalición de Unidas Sí Podemos en Canarias,
así como de todas las coaliciones de Podemos en el conjunto del Estado, se hace
necesaria una autocrítica que no consista en el vicio de “camarada, te voy a
hacer una autocrítica” que tanto ha aquejado a la izquierda históricamente.
De
la forma más resumida posible, diría que hemos cometido un error al
convertirnos en una pata del PSOE. También hay que señalar nuestra gestión en
las áreas que nos tocaban tampoco ha sido "brillante".
Esta
cuestión vale tanto para el gobierno de coalición a nivel Estatal como para el
Pacto de las Flores, donde hubimos de enfrentarnos a no pocas contradicciones.
Olvidamos el discurso bajo el cual, en décadas pasadas, salíamos masivamente a
la calle, acusando a los “trillizos”, CC-PP-PSOE de defender las mismas
políticas, y hemos asumido el relato, tan al servicio del PSOE, de “impedir un
gobierno de CC” o de “impedir un gobierno de PP”. Hemos asumido ese papel de
comparsas mientras el PSOE era responsable de los campos de concentración para
migrantes o co-responsable, junto a la tiranía alauita, de las masacres en
Melilla (de todos modos, hay que matizar que Podemos Canarias sí pidió la
dimisión del ministro responsable). Tampoco ha de olvidarse el factor
confinamiento, que suelen olvidar casi todos los análisis, y que pareciera como
si nunca hubiese existido, como si todo se limitase al movimiento antivacunas,
contraponiendo a las teorías de la conspiración de Soros, otras teorías de la
conspiración que señalan a Putin como detrás de todo. Y claro, ante una
situación de una mayor carestía de la cesta de la compra de los bienes básicos,
de cada vez mayores dificultades para encontrar una vivienda donde vivir,
aunque no sea nuestra responsabilidad, resulta contraproducente sacar pecho con
los éxitos de ciertas medidas sociales paliativas.
Esa
es la autocrítica y no atribuir el fracaso a terceros que "dividieron el
voto". Y ello resulta interesante, si analizamos los resultados
municipales. Resulta absurdo hacer alusión a la división del voto en Santa Cruz
de Tenerife como la responsable de la pérdida de representación de la izquierda
cuando ya en 2019 la izquierda acudió dividida entre Unidas Podemos y Sí Se
Puede, entre otras cosas por un absurdo veto impuesto a Pedro Fernández Arcila.
En La Laguna la izquierda acudió dividida entre Unidas Sí Podemos y Drago,
logrando ambos representación. Y en La Orotava fue Podemos quien jugó a la
división presentando una candidatura al margen de la candidatura unitaria de
Asamblea por la Orotava, logrando representación la Asamblea por la Orotava y
no Podemos. En total, las siglas Unidas Sí Podemos lograron 10 concejales, más
uno bajo las siglas Podemos en solitario en Arucas. Sí Se Puede mantuvo
representación en aquellos municipios en los que acudió con sus propias siglas
y no bajo Unidas Sí Podemos, logrando 8 concejales. Asamblea Ciudadana
Portuense también logró resistir la debacle. Más curiosa resulta la presencia
de Reunir-Izquierda Unida en el Cabildo Insular de El Hierro. Y sobre todo se
debe destacar el éxito de Iniciativa por la Gomera, camino de convertirse en la principal
oposición al caciquismo curbelista. Izquierda Unida pierde la representación
con la que contaba en La Palma tras presentarse bajo las siglas Unidas Sí
Podemos, lo que lleva a preguntarnos si quizás, bajo las siglas Izquierda
Unida, hubiese podido conservarla. En otros sitios del estado, Izquierda Unida
vuelve a ganar Zamora, y Más Madrid se consolida como oposición al PP. ¿Podría
ser que la “marca” Podemos esté ya amortizada y que su presencia en las siglas
de las coaliciones de unidad, actualmente, reste más que sume? Hay que tomar
nota, para evitar que el intento de Sumar se termine llamando algo parecido a
“Podemos Sumar”, “Unidas Podemos Sumar” o, rizando el rizo, “Con Compromiso
Unidas Sí Podemos Sumar Más en Común y En Marea”.
Lo
curioso es que el PSOE no sufrió tanta debacle, las personas que votan al PSOE
son más fieles y menos críticas hacia su partido, mientras que desde quienes
nos encontramos a la izquierda del PSOE hemos tenido que tragar con todos los
errores y malas políticas del socio mayoritario de gobierno. Ese tipo de
políticas no molestan al votante del PSOE, pero sí a quienes nos apoyan a
nosotrxs.
Algunas
medidas han sido positivas, sobre todo para las personas beneficiarias directas
de las mismas, pero pensemos en personas que, con salarios por encima del SMI,
ven como el precio de los bienes básicos está aumentando. Aunque no sea responsabilidad
directa del gobierno, sino de otros factores (guerra de Ucrania, margen de
beneficios de las empresas, etc.), lo cierto es que hay un malestar. De poco
nos sirve contrarrestar esto con el dato de que en el Estado español la
inflación es menor que en otros países del entorno, pues muchas personas
responderán “¿y? El problema es que para mí la cesta de la compra está más
cara, no me afecta que en otros sitios esté más cara o más barata”. Y es una
reacción lógica. La experiencia concreta de las personas es tremendamente
importante, y el malestar se puede encauzar de muy distintas maneras.
Otras
políticas impulsadas por Unidas Podemos que han supuesto avances han sido
boicoteadas por el fuego amigo, recordemos al PSOE modificando la ley del “sólo
sí es sí”, o ese mismo PSOE apoyando campañas tránsfobas contra una ley estatal
que ese mismo PSOE había apoyado sin mayor problema en algunos parlamentos
autonómicos.
Y
ahora Pedro Sánchez convoca elecciones generales para julio, hemos mantenido en
el gobierno a un tipo que quiere acabar con nosotrxs. A nadie se le debería de
escapar que este adelanto electoral es una jugada del PSOE contra sus aliados
de la izquierda, para convertirlos en insignificantes y volver al bipartidismo,
consolidando el turnismo y apareciendo el PSOE como única alternativa (y única
oposición con fuerza) a un previsible gobierno del PP (en solitario o en
coalición con Vox). Efectivamente, ya estamos oyendo los llamados hacia el voto
útil. El PSOE no se encontraba cómodo con un gobierno de coalición, como
tampoco era una situación cómoda para Unidas Podemos. Pero es falso contraponer
dentro de Unidas Podemos una línea moderada y reformista identificada con
Yolanda Díaz, y una línea radical y más a la izquierda identificada con Ione
Belarra o Irene Montero, cuando ambos sectores formaron parte del mismo
gobierno de coalición con el PSOE.
Pero
otro de los problemas que hemos arrastrado ha sido el habernos convertido en
una fuerza dedicada a la “gestión”, y no una fuerza de lucha y de cambio
social, pese a algunos evidentes avances en leyes que, desgraciadamente, pueden
ser derogadas fácilmente con un nuevo cambio de gobierno. No es un problema de
comunicación, de no saber comunicar nuestros logros. Está la cuestión de haber
aparcado ciertas reivindicaciones en aras de la gobernabilidad, pero no es lo
único. Está el haber abandonado la calle, pero tampoco es lo único.
Hay
un fenómeno curioso que debería de hacernos reflexionar sobre la necesidad de
dar la batalla cultural y no "reflejar el sentir de la gente". Hemos
huido, a veces, explícitamente, de la pedagogía. Mientras han sido otras
personas quienes sí han hecho su propia pedagogía, y logrado que ideas
xenófobas, homófobas, tránsfobas, negacionistas de la destrucción
medioambiental, etc. se vayan haciendo cada vez más hegemónicas. Hace unos años
eran una preocupación social los desahucios, y hoy, con las dificultades para
acceder a una vivienda más agudizadas que antes, el discurso dominante es un
irracional y reaccionario miedo a los “okupas”. Yendo a lo cotidiano, hay personas
que se niegan a separar los residuos no por comodidad, sino por razones
ideológicas. Este tipo de actitudes no son por ignorancia, sino que se trata de
actitudes realmente conscientes. Pero contra ellas no se puede luchar
únicamente desde el frente institucionall, es preciso acompañarse de un
asociacionismo desde abajo, que no adopte necesariamente la forma de partido
político, que esté acompañado de movilizaciones, y que además utilice las dos
líneas: Una lucha más moderada, que parta de los valores ya preexistentes en la
población, conectando con ellos y haciéndolos evolucionar hacia posiciones de
progreso; y una lucha más radical, provocadora, que resulte chocante e incluso
pueda generar rechazo en un primer momento, pero que introduzca en el debate
ciertas ideas que, hasta el momento, no se han oído (teniendo como horizonte
final su normalización).
No
podemos permanecer impasibles ante el hecho de que los valores reaccionarios,
regresivos, y antiigualitarios (así como liberticidas, aunque precisamente los
sectores reaccionarios difundan su mensaje en nombre de una supuesta
“libertad”), estén cada vez más extendidos entre la población. El problema no
es que voten a tal o cual partido, el problema son los valores que comparten
cada vez más personas. No es tanto que “no hayamos sabido llevar nuestro
mensaje”, sino que no hemos sabido hacer que nuestro sistema de valores se
extienda, mientras los partidarios de las cosas más horribles sí están haciendo
su campaña de extensión. Pero no está sólo en el campo ideológico, esos valores
reaccionarios y regresivos tienen nefastas consecuencias materiales y palpables
sobre la vida de las personas y también sobre el propio medio natural. Por eso
hay que frenar esa tendencia reaccionaria.
Pero
ante todo, olvidémonos de culpar a nuestros potenciales aliados y aliadas de la
debacle, y también evitemos el conspiracionismo que acusa a Drago de ser una
jugada de CC, a Sumar de ser una jugada de Ferreras, o a Pablo Iglesias de
servir a los intereses particulares de Roures. No repartamos carnets de
traidores.