Unidad del Pueblo denuncia la persecución que sufren las producciones artesanales de productos como el queso, el vino o la miel en la isla. Instrumentos como la Denominación de Origen, en la práctica sólo han servido para justo lo contrario de lo que se suponían iban a defender, es decir, la garantía de autenticidad de un producto diferenciado y propio. La tendencia es, pues a la homogenización. Detrás de todo esto, hay una persecución hacia los pequeños ganaderos y agricultores en beneficios de las grandes producciones y los grandes propietarios. En el caso del vino, se produce una desaparición de los vinos tradicionales palmeros en beneficio de unos vinos que imitan el modelo francés. El caso del queso es el más sangrante, con la exigencia de una serie de requisitos que la mayoría de los campesinos no pueden cumplir. Para Unidad del Pueblo, la supervivencia de esas pequeñas producciones es indispensable, como complemento económico, de cara al objetivo de la soberanía alimentaria. Obviamente, no se trata de basar el modelo económico exclusivamente en esos sectores, pero sí aprender de los elementos positivos de determinadas estrategias de aprovechamiento vertical y múltiple de los recursos, como el uso del pasto y los residuos del plátano y el suero para la alimentación ganadera y, a su vez, el aprovechamiento del estiércol para la agricultura, lo que permitiría reducir la dependencia de la importación de piensos y abonos químicos. Resulta una vergüenza que actualmente se prohíba la venta de determinados productos, desatándose una verdadera persecución, llegándose al extremo de multar a pequeñas ventas por la venta de higos pasados.
También hay que recordar que, cuando hace unos años la isla de La Palma llegó a exportar almendras, en la actualidad, mientras muchos almendreros permanecen abandonados, algunas producciones de almendrados han tenido que importar almendra de fuera, siendo variedades distintas a las usadas en la isla, y dando como resultado un producto de inferior calidad. Desde la administración pública debe ponerse en marcha un plan de recuperación del almendrero.
También Unidad del Pueblo señala la paradoja de que en los supermercados se encuentren a vender, importados desde fuera de Canarias, bolsas de plátanos fritos o papaya confitada, cuando se podía crear una industria alimentaria e incluso exportar desde Canarias esos productos transformados.
Unidad del Pueblo defiende una potenciación del cooperativismo agrario, pero denuncia que, en la actualidad, muchas de las llamadas “cooperativas” distan mucho de serlo, siendo en realidad un instrumento en manos de grandes propietarios e intermediarios. También otorga Unidad del Pueblo una prioridad de las formas de propiedad colectivas y el desarrollo de un poderoso sector de propiedad pública canaria que se convierta en el factor determinante de nuestra economía.
