Durante años se estuvo negando la existencia en Canarias de un independentismo de derechas, sin embargo, en estos últimos tiempo, esta corriente ideológica se ha hecho más que visible. La terrible paradoja de esta salida a la luz del independentismo de derechas, que tampoco es totalmente nuevo, es que ha surgido paralelamente al silenciamiento de la izquierda independentista. En esas reinvenciones de la realidad que gustan tanto a los postmodernos, ahora parecen ser ellos los inventores del independentismo, como si antes de que surgiera la nueva línea editorial de El Día no existiera el independentismo y, lo que es peor, se identifica a la totalidad del independentismo con tales planteamientos.
Por el otro lado, a cierta “progresía” burguesa no parecían molestarle en demasía editoriales xenófobos y racistas, unidos a un fuerte insularismo, cuando estos estaban insertos dentro del discurso españolista. Sin embargo, el hecho de que derivasen de una forma muy extraña hacia un determinado tipo de independentismo hizo saltar todas las voces de alarma. Ahora esta progresía pretende hacernos creer que el españolista Paulino Rivero es independentista, así el PSOE puede presentarse a sí mismo con la falsa máscara de ser una alternativa a CC, cuando las diferencias entre ambos partidos son mínimas.
Los partidarios de un entendimiento con determinados sectores de la derecha independentista suelen recurrir al argumento de que primero es necesaria la independencia, y luego podrán hacerse las reformas sociales necesarias. En cierta ocasión una persona comentó que primero es necesario una silla donde poder sentarnos. Ahora bien ¿y si esa silla es defectuosa? ¿Si le falta una pata? Construyamos nosotros nuestra propia silla, la silla del pueblo.
Olvida mucha gente que el sistema político e institucional no es neutral, y que sirve a los intereses de la clase social dominante. Crear un nuevo estado canario sin iniciar el camino hacia el socialismo es, ni más ni menos, que crear un nuevo instrumento de represión en manos de la burguesía contra la clase trabajadora canaria. No se daría ninguna liberación real del pueblo canario, por mucho que se adorne con estrellas verdes. No todo vale con tal de lograr la independencia, y no podemos tener como compañeros de viaje a sectores reaccionarios, enemigos del pueblo canario.
Tampoco vale seguirle el juego al colonialismo, tratando de identificar con la derecha cualquier movilización independentista en base a simples comportamientos individuales.
Ante este auge del independentismo de derechas, muy ligado a determinados empresarios y determinados intereses imperialistas, es preciso que la izquierda nacionalista e independentista se reorganice, dialogue, cree nuevos puntos de encuentro que permitan hacer oír nuestra voz en el pueblo. Organizaciones políticas como Unidad del Pueblo, Alternativa Nacionalista Canaria, Azarug, Inekaren, sindicatos como FSOC e Intersindical Canaria deben crear cauces para el diálogo y hacer llegar el mensaje transformador en el pueblo. Y para esto es imprescindible nuestra implicación en las luchas sociales, aunque estas no tengan de entrada un componente nacionalista, sabiendo que nosotros podemos trabajar codo con codo con el pueblo, sin tratar de manipularlo, pero visibilizando que la verdadera representación del nacionalismo no son los que se sientan en los escaños. Los que siempre hemos llevado las siete estrellas en las luchas sociales y populares, seguimos luchando y enfrentándonos a quienes, a última hora, se han apropiado de tales símbolos. Debemos poner en evidencia a estos “patriotas” de última hora, capaces de virar del patriotismo español o patriotismo canario según le favorezca a sus intereses. No se trata de manipular electoralmente, no se trata de tratar de conseguir réditos políticos de las luchas sociales, se trata de unirnos a las luchas para, juntos, lograr el triunfo popular, se trata de seguir concienciando a la población sin necesidad de eslóganes facilones que, “casualmente”, coinciden con la denominación de determinados partidos políticos.
Unidad del independentismo sí, pero no unidad con cualquiera que se proclame independentista. Con la derecha jamás. Y ello hay que hacérselo entender a muchos compañeros, actualmente partidarios de aprovechar la “nueva ola independentista”, que si no andamos con cuidado, podemos terminar ahogados. Y me apena porque son compañeros realmente implicados en las luchas sociales. En política no se puede ser neutral, decir “ni de derechas ni de izquierdas” es tan absurdo como decir “ni a favor ni en contra de la independencia”.
