Monday, April 25, 2005

Algunos apuntes sobre Canarias y la cuestión amazigh.

El texto que aparece a continuación corresponde a las enmiendas que realicé al documento de cultura que otr@s compañer@s de Azarug prepararon de cara al Asamblea Nacional. Dado que formaba parte de un trabajo más amplio, en la que todo el mérito corresponde a otras personas (fundamentalmente Rumén Sosa y Jonay Acosta), sólo incluiré aquellos párrafos que enmendé de manera significativa en el texto base, bien sea como sustitución, bien sea añadiendo algunos elementos. Dado que tan sólo trabaje sobre apartados específicos, espero que el texto seleccionado guarde una cierta coherencia interna, aún habiendo sido omitidos el resto de epígrafes.



Introducción

Las poblaciones que habitaban Canarias durante el periodo precolonial formaban parte, todas ellas, de la cultura amazigh. 

Actualmente todos los historiadores aceptan que estas poblaciones precoloniales son originarias del Norte de África (del África continental, pues geográficamente nuestro archipiélago también es norteafricano). Atrás quedan viejos planteamientos historiográficos europeístas que pretendían entroncar a los antiguos canarios con grupos humanos como los celtas o con el mito de la Atlántida. A día de hoy, la vinculación de los antiguos canarios con las poblaciones preislámicas del Norte de África es irrefutable. 

El periodo histórico precolonial podría definirse como el desarrollo insular de la Historia Norteafricana. 

La insularidad.

El pueblo canario es de origen amazigh y los distintos aspectos culturales imazighen que se han conservado permiten hacernos afirmar que el pueblo canario actual participa de lo amazigh. A partir de esa época hasta la llegada de los colonialistas europeos no se puede hablar de una nación canaria sin atender a las similitudes entre islas por el hecho de pertenecer a una misma realidad cultural y geográfica. El hecho insular supuso para nuestros antepasados más remotos un aislamiento de su lugar de procedencia y una protección contra las invasiones que sufrieron nuestros hermanos continentales. Pese a todo ello siguieron conservando todo el legado de los pueblos aborígenes norteafricanos, adaptado al medio insular.


La percepción colonialista de la nacionalidad canaria.

La historiografía tradicional considera que la Historia de Canarias nace a partir de la conquista europea de las islas, quedando así el periodo precolonial encuadrado bajo la denominación de Prehistoria. Esta concepción, de marcado carácter eurocentrista, vendría a significar que los canarios precoloniales se encontraban en una situación de inferioridad cultural y que la colonización europea tendría un papel civilizador. Por tanto, al rechazar que una cultura pueda ser superior a otra deberíamos también rechazar la utilización del término Prehistoria para referirnos a este periodo de nuestra historia. Es más, incluso si aceptáramos la utilización del término Prehistoria para designar aquel periodo anterior a la aparición de la escritura (concepción también discriminatoria, pues en el fondo también le atribuye un estatus de inferioridad a aquellas sociedades denominadas ágrafas), no podría aplicarse al caso de los antiguos canarios (ya que la utilización de la escritura por estas poblaciones está constatada arqueológicamente). 

Según la percepción colonialista la población precolonial y todo su legado cultural habría sido aniquilado con la conquista y colonización del archipiélago. Estos planteamientos defenderían además que desde este momento Canarias comenzaría a formar parte de Europa y su devenir histórico estaría ligado a partir de ahora a este continente.  

La percepción anticolonialista de Canarias.

Por el fenómeno de la pérdida de contacto con su lugar de origen y su arribada al archipiélago en oleadas desde distintos lugares de la Tamazgha, durante mucho tiempo el pueblo canario precolonial no ha sido considerado oficialmente como amazigh. Parece que en el pensamiento cuadriculado de los investigadores europeístas no cabe la idea de que una única cultura puede ser portada por distintas etnias de diferentes particularidades físicas. Sin duda, organismos internacionales y etnólogos rigurosos lo han percibido como tal.
Sin embargo las evidencias arqueológicas (cerámica, escritura tifinagh, etc.) y filológicas demuestran de un modo irrebatible el carácter amazigh de la población precolonial de Canarias, tal y como sostienen hoy en día la mayoría de los investigadores.

Canarias fue poblada de personas físicamente muy heterogéneas pero portadoras de una única cultura netamente norteafricana. El hecho de que hayan sido distintas tribus las que poblaran una misma isla o incluso una misma aldea, no quita para que la realidad cultural del archipiélago fuese amazigh, pues los imazighen de aquella época -al igual que los de hoy- eran ya un conjunto de tribus aborígenes esparcidas por el norte y centro del  continente.

Sobre la denominación de las poblaciones insulares.

Popularmente se utiliza el término guanche para denominar a las poblaciones precoloniales de las Islas Canarias, sin embargo este término en la realidad sólo haría referencia a la isla de Tenerife, por lo que habría que buscar un término alternativo.

“Aborigen” es un término eufemístico y ambiguo, y su utilización sería incorrecta para referirnos a estas poblaciones. No estaríamos ante aborígenes canarios, sino ante aborígenes norteafricanos. 

“Indígena” obviamente también debe ser desechado no sólo por su carga peyorativa, sino porque este término implica que no hubo una continuación de estas poblaciones tras la colonización sino una sustitución. 

Debemos hablar de canarios precoloniales y de imazighen insulares. 

Continuidad poblacional tras la conquista.

Antes que nada advertir que la continuidad poblacional de los pueblos conquistados no es un requisito indispensable para tener derecho a la independencia; sin embargo creemos necesario desmentir una serie de ideas que defienden que en Canarias se produjo un exterminio casi total de las poblaciones precoloniales.

Salvo raras excepciones, como es el caso caribeño, una conquista militar no supone la desaparición de la mayor parte de la población local de un lugar. La potencia ocupante necesita de una mano de obra a la que explotar para obtener una serie de recursos en ese territorio, y esta mano de obra en la mayor parte de los casos es la local. 

Si observamos la composición poblacional de los países latinoamericano observaremos que un porcentaje importante de esta es amerindia. En el caso caribeño, donde si hubo un descenso muy marcado de la población taína, nos encontramos con que gran parte de la población es de origen africano (negroide o mulata); en esta zona, a falta de población local, se recurrió a explotar mano de obra esclava capturada en el continente africano. 

El europeismo y el antiafricanismo

El europeísmo presente en la mayoría de las obras y discursos de los intelectuales y políticos (tanto de izquierdas como de derechas) presenta a la Europa Occidental como el eje civilizador del mundo. Desde el europeísmo, , se suele alabar el legado grecorromano, a la vez que se le da la categoría de Universal a aspectos que en realidad son propios del mundo occidenta. La propia división de los periodos históricos pretendidamente universales (Antigüedad Clásica, Edad Media, Edad Moderna, etc.) en realidad hace referencia exclusivamente a la evolución histórica del continente Europeo. El resto es visto por estos pretendidos universalistas como un exotismo, o más aún, como un arcaísmo propio de pueblos poco civilizados. En esta cuestión el continente africano siempre ha sido el que ha sufrido una mayor discriminación, unas veces mostrado como el paradigma de región atrasada y otras desde una pose pseudosolidaria más paternalista que de hermanamiento. 

Desde el momento de la conquista hasta hoy, la mirada hacia España y Europa de los intelectuales canarios y las élites de poder aquí instaladas ha sido una constante. Todo lo relacionado con Canarias se ha tratado de explicar partiendo de su origen europeo haciendo caso omiso a la realidad cultural de la costa de enfrente. Así mismo, sólo las creaciones culturales que han justificado la europeidad e hispanidad del archipiélago han gozado de difusión y prestigio. El resto durante mucho tiempo ha formado parte de lo oculto o simplemente en su momento no vio la luz como consecuencia del miedo a las represalias. 

En resumen, la posición de la mayoría de los intelectuales y miembros de la élite dominante siempre ha sido la de dar la espalda al continente africano, si bien en los últimos años parece que desde ciertos sectores de la burguesía se está tendiendo a volver la vista a África debido a los intereses económicos que esta tiene en la región (convirtiendo a Canarias en plataforma del neocolonialismo europeo en África).

Pero no sólo se le da la espalda al nuestro continente, sino que además se le inculca al pueblo un miedo hacia lo africano.

Con las incursiones colonialistas en Marruecos del Estado Español, se fomentó institucionalmente el miedo y el odio hacia nuestro continente y sus habitantes con el fin de reclutar a miles de jóvenes canarios en los ejércitos colonialistas. En este momento, el canario pasa a ser considerado institucionalmente como un igual, un aliado para hacer frente a aquellos “moros” celosos de su soberanía.

Durante el periodo conocido como la Transición, tanto por parte de los que más añoraban el franquismo como por parte de los autonomistas (que en muchas ocasiones eran los mismos) se acrecienta el fomento de la africofobia o vulgarmente hablando morofobia. 
  
Otro factor que ha fomentado este odio hacia las orillas de enfrente es la toma del Sahara por Marruecos y la pasividad de este reino para con las mafias que fomentan la inmigración hacia Canarias en barquillas hace escasos años. El paro desmesurado que sufre nuestra sociedad unido a las escasas prestaciones sociales ha generado un sentimiento de miedo a perder los puestos de trabajo. Aunque la realidad es que el inmigrante africano continental no accede a los puestos que ocupan los canarios sino que son explotados en empleos no deseados por ellos. Sin embargo los medios de comunicación hablan en tono alarmista de la llegada de inmigrantes denominados peyorativamente “ilegales”, fomentando así la aparición de brotes racistas en el archipiélago. Paradójicamente la inmigración que se da en Canarias proviene en su inmensa mayoría del continente europeo.