Saturday, August 07, 2010

La España torera


Resulta bastante curiosa la polémica desatada en torno a la supresión de ese espectáculo macabro y sádico que son las corridas de toros en Cataluña. Resulta curiosa y, a la vez, era de esperar, pues pese a que no hay ninguna razón formal para que un determinado posicionamiento con respecto a la tauromaquia corresponda a la derecha o a la izquierda, la derecha carpetovetónica ha sentido todo esto como un ataque a una de las esencias de la españolidad. Obsérvese que el españolismo reclama como valores “patrios” esenciales precisamente los símbolos del más rancio folclorismo, recordemos que este mismo folclorismo fue uno de los puntos básicos de la política cultural del franquismo, algunos de cuyos inventos, como las romerías, calaron bastante hondo en Canarias.



El españolismo lanza toda su campaña en defensa de la fiesta “nacional” (española, por supuesto), en una esperpéntica defensa de un arte sangriento, con portadas supuestamente jocosas como la de los animales de “El Mundo”, o la saturación de banderas rojigualdas que nos brinda el ABC (unida a la saturación de banderas rojigualdas del patriotismo futbolero, ese gran instrumento de dominación, manipulación y movilización de masas que es el deporte, ese curioso constructo de “los nuestros” o el “nosotros”, pese a que quien lo diga no esté jugando). A esta campaña se le une otra “tradición” del españolismo, y es su ferviente anticatalanismo. La irrupción de un torero en la sede de ERC agrediendo a sus militantes es un episodio que refleja claramente lo estrambótico y peligroso que puede llegar a ser este españolismo de toros, paella y olé. No quisiera jamás para Canarias este patriotismo irracional.

Cataluña se convierte así en el segundo territorio bajo el dominio del Estado español que suprime el espectáculo taurino después de Canarias. La paradoja es que sectores de la derecha españolista reconocen que la supresión de la fiesta “nacional” (española) en Canarias está justificada porque aquí nunca hubo tradición. Si la “tradición” de los toros es símbolo de la españolidad, según el PP, y si el PP reconoce también que en Canarias jamás ha existido esa tradición y, por tanto, no debe aquí celebrarse, llegamos a la siguiente conclusión: Canarias no es España.