Wednesday, January 18, 2017

Reflexión a cuenta de un balón (o sucedáneo)

Quisiera comentar este texto y debatir acerca del mismo:

"La afirmación de que toda identidad política está construida discursivamente no implica necesariamente, para Laclau y Mouffe, negar cualquier "existencia objetiva" externa al pensamiento, pero sí afirrmar con Heidegger que, a fin de cuentas, el mundo sólo puede ser conocido y dotado de significado por construcciones discursivas, puesto que una cosa es "la existencia" esencial de un objeto y otra "el ser" construido por las prácticas sociales de atribución de significado (Laclau y Mouffe, 1985: 108). De esta manera, una cosa es la existencia esférica de un objeto, por ejemplo, y otra muy distinta su "ser" como balón de fútbol, que es construido sólo por el discurso que le atribuye significado. Lo mismo sucedería en la política: aunque existen realidades extradiscursivas, éstas se "politizan" siempre y necesariamente a través del discurso. Este es el sentido de la Teoría del Discurso de Laclau y Mouffe",
ERREJÓN, I: La lucha por la hegemonía durante el primer gobierno del MAS en Bolivia (2006-2009): Un análisis discursivo. Madrid, 2012. p. 146.



El ejemplo, más allá de la anécdota, vino que ni pintiparado para tratar de objetar esto. Es algo que ya debatí con David Cortés con el ejemplo de un desahucio. No es el discurso el que le atribuye a un objeto esférico su ser como balón de fútbol, que puede tener numerosos usos, sino es la práctica, la experiencia la que lo convierte en "balón de fútbol" y no en "balón de brilé" o en objeto de decoración o en un trasto ocupando espacio. Es balón de fútbol en tanto en cuanto se utiliza para la práctica concreta del fútbol, en tanto ha sido utilizado, o es su pretensión utilizarlo, como balón de fútbol (y si es un balón profesional, su diseño ha sido funcional a su uso, independientemente de que luego sea usado para otras cosas). Pero es que un balón de fútbol ni siquiera tiene que ser un balón, y ni siquiera tiene que ser esférico. Recuerdo cuando niño en el colegio, donde no había balones en el recreo, había quienes jugaban al fútbol en los patios interiores (techados con planchas de uralita de amianto) con una lata de jugos la Verja, siendo la portería las puertas de los baños o de un aula; y dirán, es precisamente el discurso el que transformó todo eso en balón y campo de fútbol; pues no, se hace por imitación de la práctica concreta del fútbol trasladada a otro contexto donde los medios físicos (no diré materiales para evitar equívocos) no permiten su desarrollo pleno tal y como se ha visto, de forma concreta, en un estado o en la televisión; se establece la analogía en base a dos formas concretas de experiencia, no en base al discurso.


Evidentemente, en el colegio no eran de cerveza.

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