Thursday, September 23, 2021

Destrucción


Uno subestimó al principio toda esta capacidad destructora, antes de que empezara, antes de que rebentara tan pronto, de un modo inesperado. Era lo natural cuando aún tan sólo había pequeños temblores, el intentar no preocuparse, el intentar evitar mensajes alarmistas. También en lo más profundo esperaba, menos deseo, que rebentara mucho más al sur, en una zona no habitada, pero era un mero deseo, no una previsión. Antes del inicio del horror muchos intentábamos quitarle hierro al asunto, no por inconsciente, siempre supimos, en la teoría, que existía esta posibilidad, pero una cosa es saber en teoría esta posibilidad y otra muy distinta vivirlo. Lo peor es todo esto es lo que somos, nuestra isla existe gracias a este horror, se construye destruyéndose, destrucción/construcción, destrucción/construcción, hasta la destrucción final que termine con toda existencia en el planeta o en el universo. Los volcanes antiguos que vemos y que ya formaban parte de nuestro paisaje, nuestra vida e idiosincrasia y que sería imposible concebir nuestro paisaje, nuestra memoria visual sin ellos, también se generaron mediante un proceso de horror y destrucción. Y generaciones futuras verán los restos de este horror como algo bonito. Eso es lo triste. ¿Belleza? Si no sabes lo que significa. El "volcán de juguete", como decía abuela, que fue el Teneguía, en una zona deshabitada, pudo ser más bonito y generó una romtantización de los volcanes. No éramos conscientes del horror. Pero es que somos islas volcánicas, repito, existimos gracias a ese horror. ¿Bonito? Si hablamos de estética puede ser hasta bonito un hongo nuclear, pero sólo si no sabemos lo que realmente implica, lo que es realmente. 

Mientras, los medios preocupados por si llega al mar, cuando eso sería lo mejor que pudiera pasar, que llegase de una vez al mar sin que siga expandiéndose y que deje de generar tanto horror y destrucción en tierra. Y coladas sur de la que los medios no se han enterado.

Se puede llamar monstruo, demonio, diablo... esta forma de personificar el horror supone un intento de romper, de desahogarse, e incluso de buscar una luz de esperanza. Si el volcán fuese un monstruo o el diablo, tendría voluntad, y lo que esconde eso es el deseo de poder hacer algo por aplacarlo, es un maligno al que se odia, pero al que se podría tratar de parar, de doblegarlo. Pero no tiene voluntad, un volcán no piensa,  es como pensar que al soltar un objeto al vacío se puede pedir a la gravedad que no actúe.



 

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