Como bien te recuerdan a veces los autodenominados "antiglobalistas", no es lo mismo antiglobalismo que antiglobalización. Debates terminológicos aparte, pues ya a principios del siglo XXI hubo desde el "movimiento antiglobalización" tanto voces que reivindicaban para sí dicho término como voces que lo rechazaban, estamos hablando de conceptos contrapuestos. Los y las antiglobalización rechazaban el neoliberalismo y las nuevas formas de imperialismo, la imposición del punto de vista eurocéntrico-yankicéntrico como único válido, y estaban a favor del respeto, el intercambio y del diálogo entre culturas, luchando contra el deterioro del medio ambiente. Los antiglobalistas de hoy son básicamente neoliberales temerosos de que en el propio modelo económico que han propiciado el próspero occidente pierda peso a nivel global, se oponen a la generalización de valores de respeto de los derechos humanos y también se oponen a que se tomen medidas para la protección del medio ambiente que hayan de cumplir, sí, también las grandes corporaciones privadas. Los antiglobalistas pueden llegar a ser extremadamente racistas y se oponen a los acuerdos internacionales, cuestionando la existencia de la propia ONU, atribuyéndolo todo a "un gobierno mundial en la sombra" que busca "acabar con los blancos y con occidente", cayendo en las más estrambóticas teorías de la conspiración.
A principios de este siglo nada podía hacernos imaginar que personajes como el presidente de la patronal de la construcción de la provincia de Santa Cruz de Tenerife o el CEO de Coca-Cola en el Estado español (¡de Coca-Cola! Ojo) se reivindicasen a sí mismos como antiglobalistas.
Y es que en el antiglobalismo las grandes multinacionales sólo eran globalistas cuando hacían campañas hipócritas de green-washing o pink-washing. Claro, para ellos no era un simple lavado de cara, sino que todo lo green o lo pink formaba parte de un horrendo plan de Soros o de tipos reunidos en una mesa en penumbra (es muy importante lo de la penumbra, bien es sabido que los malos se reunen así) para acabar con la raza blanca aunque ellos mismos fuesen blancos.
Pero qué curioso, ahora si Zuckerberg y Bill Gates apoyan a Trump, por arte de magia, dejan de ser "élite globalista", la "élite globalista pierde adeptos y tal".
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